Detrás de cada sonrisa, de cada abrazo, de cada mirada cómplice, hay está ella.
Para enseñarte que caerse no es tan malo siempre que te vuelvas a levantar. Para obligarte a comerte el mundo en tus peores días y para comérsele contigo en los mejores. Está para hacer locuras, para cantar en medio de la calle y reír hasta llorar, está para compartir resacas. Está para ver una película una tarde de lluvia y para reírse de tus bailes. Está para sacarte de la cama un día de depresión y no dudará en abrir el armario y ponerse el vestido más ajustado y los tacones más altos de cara a una noche espectacular contigo. Sí, lo admito, no es perfecta pero yo tampoco, así que dejemos la perfección para las que se quieran complicar la vida y sigamos cantando sin importar que desafinemos y provoquemos una tormenta, sigamos comiendo helados los días de bajón sin importarnos engordar 3 kilos más, sigamos riendo como hasta ahora, hasta llorar. Porque sé que está ahí, pase lo que pase, que se comerá el mundo conmigo, y eso me hace feliz. Porque a ella le debo mis mejores sonrisas y mis mejores momentos. Porque os propongo provocar una catástrofe gracias a nuestras locuras.
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